LAS NUEVAS GENERACIONES SON MÁS RESPONSABLES A LA HORA DE CONSUMIR
El consumo
responsable parte de un replanteamiento de nuestras necesidades para
satisfacerlas contribuyendo a una sociedad sostenible y justa, sirviéndose de
nuestro poder para decidir y optar por opciones que transforman las relaciones
y construyen otros modelos de producción-distribución-consumo-desecho alejados
del modelo hegemónico capitalista.
Se traduce en un
conjunto de prácticas diferenciales a diferentes niveles: personal, relacional,
organizacional, institucional y político, implicando cambios en el día a día en
todas esas dimensiones; desde qué hace cada persona como consumidora, hasta qué
papel juegan las organizaciones y las instituciones como consumidoras y
productoras, pasando por qué políticas públicas impulsan contextos que
favorezcan estilos de vida sostenibles (mediante incentivos, prohibiciones,
etc.) así como qué marcos culturales son necesarios para una nueva cultura del
consumo.
Desde hace más de
cuatro décadas, el consumo consciente y responsable se ha erigido como una
práctica esencial para la construcción de modelos más éticos y sostenibles,
gracias a la labor de movimientos sociales diversos como: el movimiento
vecinal, el pacifismo, el ecologismo, el cooperativismo, la economía social y
solidaria, el naturismo y el vegetarianismo, etc.
Esto surge como respuesta a los
impactos sociales y medioambientales que este modelo de consumo desaforado
genera, un modelo que hunde sus raíces en los procesos de producción y consumo
masivo de una “sociedad de consumo” .
Una encuesta
realizada en 2015 en 60 países ya se adelantaba a mostrar un nuevo consumidor
joven interesado en el medio ambiente. En esta, dos de cada tres de los
consumidores finales consultados se mostraron predispuestos a pagar más para
adquirir productos fabricados por empresas socialmente responsables.
Un análisis de los datos por grupo
etario muestra que, mientras menor es la edad del encuestado, mayor es el
interés por esta temática. De esta forma,
la generación Millennial, que representan aproximadamente el 35% de la población argentina, se impone como
la más comprometida a nivel sustentabilidad, liderando esta tendencia, y
marcando un nuevo y particular perfil de consumidor e inversor. Esta nueva
clase de consumidores se ha dado cuenta de una verdad sencilla: los recursos
naturales no son infinitos.
"Las nuevas
generaciones nacieron cuando se discutían problemas relacionados a los desafíos
futuros para nuestro planeta", afirmó Pablo Cortínez, coordinador de
Finanzas Sustentables de Fundación Vida Silvestre. Gracias a esto es que esta
generación está más predispuesta al consumo responsable, la sustentabilidad y
el cuidado del medioambiente.
Según un estudio
de Morgan Stanley realizado en 2017 en Estados Unidos, el 86% de millennials se mostró algo o muy
interesado en inversiones relacionadas con los negocios sustentables. Frente a
esta realidad, las empresas están poniendo cada vez más en práctica políticas
que promuevan el consumo responsable en toda la cadena de suministro: desde las
materias primas que utilizan hasta la manera en que los consumidores usan y
desechan el producto cuando está obsoleto. La sustentabilidad hoy impacta
directamente en la forma de hacer negocios por lo que las compañías deben
exhibir un enfoque mucho más responsable y eco-friendly en sus prácticas
empresariales.
Los Millennials están identificados
por la ética, conciencia social y ambiental y el consumo responsable. Son la
razón por la que las industrias se replanteen muchos de sus procesos de
producción a fin de obtener certificaciones que comprueben que sus materiales
son amigables con el ambiente y que gozan de una cadena de suministros
responsable.
Esta generación valora la
autenticidad y la creatividad, compra productos locales hechos por los miembros
de sus comunidades. Se preocupa por
causas filantrópicas con el objetivo final de favorecer la conservación
del medioambiente, además de la igualdad social. El concepto del Triple Bottom
Line: People, Planet, Profit les motiva a consumir menos y mejor.
A la hora de invertir, los
millennials están comprometidos con las prácticas ambientales, sociales y de
gobierno corporativo (ASG). Realmente quieren ser inversores responsables.
Uno de los sectores que más está
percibiendo el efecto de los millennials es alimentación y bebidas. Los
millennials suelen leer las etiquetas de los productos e intentan comprar
alimentos frescos, ecológicos y naturales. Los volúmenes de alimentos
hiperprocesados así como de comidas y bebidas enlatadas vendidos en EE.UU.
están cayendo, y son realmente un tabú para éstos. La mayoría viven en
ciudades, por lo que están cerca de supermercados y pueden acudir a la tienda
con más frecuencia para comprar lo que quieren, por lo que la caducidad de los
productos naturales no es un problema.
La tendencia de éstos a vivir en
ciudades también ha tenido consecuencias para el sector del automóvil. En las
generaciones anteriores, tener coche era una afirmación de libertad e identidad
personal, un deseo cuando la explosión de los barrios periféricos exigía más
traslados diarios y era asequible con los precios de los combustibles bajos.
Pero a los Millennials hoy en día no les importa el coche: las ciudades están
creciendo, la movilidad del smartphone proporciona libertad y la tardía
formación de familias facilita el uso del transporte público.
De 2007 a 2011, el número de coches
comprados en EE.UU. por personas de entre 18 y 34 años cayó un 30%. Los
millennials han desarrollado una preferencia por estilos de vida peatonales,
mientras la subida del precio de los combustibles ha hecho que tener coche sea
más caro. Internet y tecnologías móviles como Uber, Zipcar y Blablacar han
hecho que conducir sea menos necesario, y posiblemente menos atractivo que las
alternativas. Y el coste por kilómetro de compartir un coche es casi la mitad
al de tenerlo en propiedad, pues en este caso se usa solo en torno a un 5% del
tiempo y pasa el resto del día aparcado, lo que también puede conllevar un
coste de estacionamiento.
Esta generación es la fundadora del
social media y la conexión a través de Internet y el celular; viven de formas
diferentes, tienen mayor gusto por la creatividad y los productos locales,
están más pendientes de sus familias, amigos y la era tecnológica.
Es por esto que las marcas más
favorecidas con los Millennials, son aquellas consideradas como modernas que
tengan valores similares a esta generación, que tengan productos sanos,
productos sin estereotipos de géneros. Para la consultora Deloitte; los
conocidos Millennials, serán en 10 años los que representen el 74% de las
personas con actividad económica en todo el mundo.
Los Millennials están en gran parte
comprometidos con el trabajo de consumo socialmente responsable. De acuerdo con
el Cone Communications Millennial CSR Study (2013), “más de nueve de cada diez
Millennials, cambiarían de marca a una que estuviera asociada a una causa
social y dos terceras partes de ellos afirman usar las redes sociales para
informarse y estar relacionados con la RSE”. Esta generación es muy criticada
por su necesidad hacia la tecnología y los teléfonos inteligentes. Sin embargo,
los expertos afirman que una de sus mayores cualidades se basa en el deseo de
transformar el mundo, en un sitio donde no existan divergencias, mejorando el
medio ambiente para una vida pura y sin riesgos para la comunidad.
El consumo socialmente responsable es
un tema que no es ajeno a ninguna generación y se ha evidenciado que para los
Millennials, es especialmente importante.
Los Millennials no son el fin de la
transformación generacional de los patrones de consumo. Desde 1997 han nacido
unos 77 millones de miembros de la Generación Z, conocidos también como Centennials
– constituyendo un grupo de edad tan grande como el de los Millennials. Son la
generación más diversa, perteneciendo casi la mitad de ellos a un grupo
minoritario. Aunque la Generación Z no tiene mucho dinero (todavía), ya está
convirtiéndose en una fuerza en el gasto por consumo.
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